El torero está muy enamorado de la bella mexicana, pero es muy conservador y en la noche de bodas se decepcionó profundamente cuando comprueba que la muchacha no es virgen. Muy enojado, le dice:
- ¿Por qué no me dijiste que no eras virgen?
A lo que ella reprocha:
- ¿Por qué no me dijiste tú que tenías un sólo testículo?
El torero, indignado, responde:
- ¡Mujer, mira que lo mío fue una cogida!
- ¿Y qué crees que fue lo mío cabrón?, ¿una pedrada?